Recuerdo un día en secundaria, le pido permiso a mi profesor de literatura para ir al baño, me recordó que la hora de la salida se aproximaba que espere. insisto. Me da el permiso.
Al salir, vi a una compañera de otra sección sentada en las escaleras, encogida de piernas con sus libros entre sus manos y pensé:
Que le pasara? Di unos pasos más alejandome de ella, pero me detuve al pensar que no se veía bien, me devolví, tocándole un hombro le digo; Hola! que te pasa?
Levanto su cara, había llorado mucho, nos miramos, su pupila con la mía se encontraron, un profundo sentimiento estremeció mi alma como nunca antes, ella bajo la cabeza y me dijo que yo no la podía ayudar.
-Por que no confías en mi- insistí. volvió a levantar su cara, me miro, y su cabeza decían un no lastimoso, “que no la podía ayudar”. En ese instante sonó el timbre de la última hora de clase de esa tarde, la ultima materia de ese año, la última vez que vi a mi profesor de literatura. Los compañeros felices, me alaban para ir a celebrar, al volver la mirada fue la última vez que la volví a ver, pero ahora en mi memoria, pues la escalera estaba vacía, la busque entre la emoción, el alboroto y la alegría pero ella no estaba ahí.
Unos meses mas tarde, un ex compañero de escuela, me pregunta si sabia lo que le paso a una conocida en común, era la muchacha de las escaleras, me contó con mucho respeto hacia ella, que estuvo embarazada, que oculto su embarazo por los 9 meses, al nacer el niño lo descuartizo y lo lanzo por la ventana, los dos estábamos consternados por aquello.
Pasaron los años y cada uno escoge la profesión que mas le agrada. Por mi parte escogí la psicoterapia, y mis recuerdos unen estas dos historias así:
Un día de mucho trabajo, una conocida vino a visitarme al consultorio, tenia a varias personas por delante, Y decidió esperarme. Con cada paciente que veía lograba hablar con mi amiga y ella me volvia a insistir que me iba a esperar. Al termino de 4 largas horas, la recibo con un gran sonrisa.
Tomándome de las manos me dijo, Sabes amiga no me hubiese importado haber esperado todo el día para hablar contigo. Al abrir sus manos completamente, muestra un boleto del metro diciéndome “este era el boleto a mi muerte”, la ultima vez que nos vimos, tú me miraste a los ojos y me dijiste que podía contar contigo, que jamás dude en llamarte para lo que necesite, para escucharme, acompañarme o para tomar un café. Tus palabras retumbaron en mi mente justo en ese momento que pasaba el metro, y regrese a buscar esas palabras de consuelo y amor. No le dije nada, solo un gran abrazo de un corazón a otro corazón que pedía un poco de cariño.
Realmente no se porque uní estas dos historias, solo se que las palabras tienen PODER.
En momentos de aflicción y tristeza tal vez olvido que mi creador espera pacientemente que yo busque su amor y consuelo, y aun en los momentos más desafiantes, puedo ponerme en contacto con un buen amigo o una buena amiga y sentirme mejor. No tengo porque pasar nada sol@. Una buena palabra me guía de la oscuridad a la luz.
En ocasiones una palabra puede cambiar la vida de una persona-
Toda persona que esta en tu vida tiene algo de ti... Por favor atiéndela y se amoroso.
Desde el génesis : se caen los velos de las distintas personalidades y tu eres mi propio YO, y mi propio Yo eres tu, tan estrechas son los lazos, que nos unen, que no lo puedes ver, pero no significa que no existan.
"Vienes a mi consulta a Recordar lo que ya tu corazon sabe"
CARMEN CRUZZCO